27 febrero 2007

Los hilos de la historia están en manos de Liberación Nacional

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Hemos terminado las labores del V Congreso Nacional del Partido, acogidos a la inspiración que surge del nombre ilustre del Presidente Oduber. Como resultado, disponemos de una visión coherente y sólida de la vida nacional, para el periodo que va de aquí al año 2021. Pero, no basta. Para perdurar, para tener efectos reales sobre la vida de los seres humanos, las ideas, las convicciones, tienen que arraigarse en el alma de miles y miles de personas. Y, en gran medida, ese es el sentido de este Congreso: desarrollar colectivamente un pensamiento sólido y justo, sobre la vida social, y llegar a convertirlo en convicción.

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Sin un ideario, sin un conjunto de ilusiones y de convicciones compartidas, no hay un partido que merezca ese nombre. Y en eso es en lo que estamos aquí. El proceso de pensamiento compartido que concluye hoy, no solo enriquece nuestros planteamientos, sino que les confiere fortaleza al convertirse en un esfuerzo de conjunto.

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Así es. Las conclusiones deben ser respaldadas por convicciones. De otra manera, no fructificarán. Como ha dicho Oscar Arias, "para llegar algún destino es imprescindible tener mapas, pero los mapas no son iguales a la realidad y es con esta realidad con la que deben contender los partidos que gobiernan". No se gobierna con definiciones, sino con fe en las ideas que se sustentan. No se gobierna sin ilusiones, pero sin una buena dosis de realismo, las ilusiones mueren.
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Sí, estábamos perdiendo el hábito de la reflexión compartida. Hoy lo retomamos y brillantemente, como dan testimonios los resultados de este Congreso del que ha salido el documento de reflexión política sobre nuestro destino colectivo, de mayor nivel que conoce la historia de Costa Rica. Este documento que hoy se ha aprobado, después de las últimas discusiones, es el primer regalo que recibe nuestro país con motivo de su llegada a los doscientos años de vida independiente que se acercan, poco a poco.

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Más allá de los tiempos revolucionarios
No es legítimo afirmar que haya existido un Partido Liberación Nacional con planteamientos constantes e inflexibles. Existen puntos de inflexión en nuestra historia, cambios importantes. No en vano ha transcurrido más de medio siglo desde que nuestro partido empezó a influir en la vida nacional. Entre la Costa Rica de aquellos lejanos años en que don Pepe aspiraba a que en cada casa hubiera al menos una máquina de coser y una vaquita, y los tiempos en que aspiramos a tener Internet de banda ancha en todo el país, ha pasado mucho agua bajo los puentes. Liberación Nacional, siempre atento a las grandes tendencias que gobiernan el mundo y a las nuevas necesidades de los costarricenses, ha ido transformado sus preocupaciones, sus planteamientos, sus soluciones.

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Algunas constantes en la vida partidaria
Pero, en medio de los cambios, en Liberación Nacional perduran algunos principios fundamentales y, algo en lo que se repara menos, una actitud frente a la historia. Innovación, rechazo de la unilateralidad propia del dogmatismo, capacidad crítica, compromiso con la equidad, con la ética, con la justicia. He aquí las características de nuestro partido.

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En la base de nuestra socialdemocracia y de la forma de actuar que hemos asumido siempre, se encuentra, en primer lugar, nuestro impulso a la innovación. Son pocas las ideas novedosas, renovadoras, que se han introducido en el país que no tengan origen en propuestas liberacionistas. Liberación Nacional es el partido de las transformaciones de la vida costarricense sobre la base de nuevas propuestas.

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El segundo rasgo, proviene de nuestro consistente rechazo a la unilateralidad, que destruye. No hemos construido nuestra propuesta con base en principios dogmáticos inflexibles. Hemos estado abiertos a escuchar, a aceptar la evolución natural que requiere todo país para progresar, y a promoverla. El dogmatismo excluyente nunca ha sido nuestro pecado.

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Las simplificaciones unilateralistas pueden venir de un socialismo rampante que, a fuerza de pretenderse racional, ignore lo esencial de la realidad. Pero surgen también de un capitalismo insensible a las necesidades del desarrollo integral de los seres humanos.

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Hemos tenido, también, capacidad crítica. Ningún partido político costarricense ha sido más duro consigo mismo que el nuestro. Esta actitud proviene de nuestra inclinación al autoanálisis -otra de nuestras características-, a la reflexión sobre nuestra actividad como partido y como gobierno y, como parte de este proceso, al estudio de los problemas nacionales. Nuestro grupos de pensamiento, de una forma o de otra, han vivido replantándose los problemas nacionales y han buscado salidas para ellos, de manera constante. Este congreso ofrece testimonio inequívoco de esa actitud.

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Además de nuestros esfuerzos por comprender la realidad, hemos exhibido un permanente compromiso con la ética, entendida, no solo como rectitud, sino como búsqueda de la justicia. Hemos firmado un pacto espiritual, indisoluble, con los ideales de solidaridad.
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Sabemos que el desarrollo social, sin crecimiento económico, termina por consumirse y desaparecer. Por eso, antes de que se inventaran las terceras vías y antes aún de que el socialismo europeo prescindiera de la antigua teoría de la lucha de clases como explicación de la historia, Liberación Nacional había sostenido estas ideas. Y si en el país hay grandes desequilibrios, como los hay, eso se debe a que en los últimos quince años, los costarricenses solo nos han dejado gobernar cuatro.

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Pero, ahora, bajo el liderazgo de Oscar Arias, tenemos por fin la seguridad de que arrancará el gran proceso de recomposición de las ilusiones, base de la transformación del país. Terminará por fin, la etapa de la Costa Rica sin agenda, de la Costa Rica en que el desarrollo ha sido puesto en manos de la casualidad o de ideas extremistas inaceptables para el país. Ya Oscar Arias ha comenzado a definir un camino para los próximos cuatro años y el país se apresta a transitarlo gustoso.

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Algunos aportes del Congreso
No es el momento oportuno para volver sobre los puntos centrales del documento aprobado. Poco a poco, iremos realizando una labor de análisis, para extraer de su riqueza las consecuencias prácticas que impactarán la vida nacional. Sin embargo, me parece que hay ciertos aspectos que no pueden pasar inadvertidos. Me refiero, por ejemplo, a la necesidad de fortalecer la identidad nacional.
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En un mundo en que la planetarización se ha abierto campo y en que las comunicaciones han hecho verdad aquel viejo dicho de que el mundo es un pañuelo, la sobrevivencia de un país como Costa Rica, el que sigamos siendo una unidad con sentido histórico e identidad propia, pasa por un enorme y sostenido esfuerzo por fortalecer nuestra cultura. Y al igual que ocurre con la vida económica, nuestra vida cultural, sin cerrarse a lo ajeno, ha de ser capaz de absorberlo y potenciarlo desde nuestra propia realidad.


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Por otra parte, creo imprescindible destacar el papel que se le otorga al desarrollo tecnológico. Ya lo sabíamos: la tecnología debe convertirse en un aspecto central del desarrollo. Esta orientación venía abriéndose campo en las dos últimas administraciones liberacionistas. La Administración Arias inauguró esa tendencia con la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, de los colegios científicos, con la introducción masiva y bien pensada de la informática educativa. En la Administración Figueres el proyecto de desarrollo económico centrado en la creación de puestos de trabajo altamente calificados, gracias a la inversión extranjera en campos de punta, significó otro paso fundamental para la vida de Costa Rica.
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Esos aportes a la vida nacional prefiguraban de manera conciente un desarrollo económico centrado en el valor del conocimiento. Pero, extrañamente, no habíamos asumido, como partido político, nuestras propias realizaciones, incorporándolas a nuestros propósitos futuros explícitamente. Hoy marcamos un cambio en este aspecto esencial. Adoptamos de manera abierta lo que ya era uno de nuestros derroteros centrales y estamos seguros que de él irradiarán fuerzas dinamizadoras para todas los campos de la vida nacional.

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Recordémoslo: el desarrollo de la cultura cuando se liga a la identidad nacional, la nueva valoración del conocimiento y del uso creador de la tecnología, guardan relación con nuevos estilos de educarse, de desarrollar a los niños y jóvenes costarricenses, a los maestros, con nuevas formas de ser. Levantar la vida nacional sobre estos principios constituye la única forma de salvar y enriquecer esta unidad histórica dotada de sentido que es Costa Rica.

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No podemos aquí agotar todos los temas que se plantean en el documento. Los asuntos importantes que conforman el documento final, son muchos, demasiados como para referirse a cada uno de ellos aquí. El tema de las oportunidades como base de la igualdad, la necesidad de recuperar, para la clase media, un puesto central dentro de las preocupaciones nacionales y la forma de enfrentar un desarrollo armónico con la naturaleza, demandarían largos análisis. ¿Y qué decir de la educación, que fue abordada como tema transversal, o de los temas de género?

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La modernización del país genera resistencias
Contrariamente a lo que se cree, las posiciones equilibradas, los cambios y la decisión de modernizar el país, generan -siempre han generado- resistencias y hasta rencores. Quizá esto ocurre porque el avance en dirección de la justicia exige sacrificios, porque cualquier cambio sustancial demanda la adaptación a nuevos estilos de vivir y hasta de ser.
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Ya hemos conocido muchas formas de oposición y grandes reacciones negativas a lo largo de nuestra historia. Pero, con el tiempo, lo que más combatían de nosotros se convirtió en credo dominante, en parte de la realidad, en principios fácilmente aceptados y así volverá a ocurrir siempre en el futuro. Nuestras ideas se convertirán en creencias, nuestras propuestas, otra vez, llegarán a ser parte de la realidad cotidiana del país.

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Entre nuestros principales enemigos, hoy en día, figuran los promotores del abstencionismo, los solapados desacreditadores de la política. Quizá guardan la ilusión de crear desconcierto y un vacío suficientemente grande como para ser llamados a ocuparlo. Son esos, los que repiten, todos los días, el vaticinio de que los jóvenes se segregarán para siempre de la política. Su designio es lograr que, a fuerza de desmoralizar a la gente, la profecía se autocumpla. Refuerzan tendencia sociales negativas con ánimo de lograr ampliar espacios políticos para ellos. El fracaso que tuvieron como políticos, en sus batallas, quieren compensarlo con el éxito en sus actividades como francotiradores. Y no piensan en el daño que le inflingen al país.

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Esa corriente que nos adversa está formada por los herederos de quienes se oponían, medio siglo atrás, a que hubiera partidos políticos permanentes. Deseaban, entonces, al igual que hoy, adueñarse del terreno, dominarlo, evitando la articulación de las fuerzas capaces de introducirle sentido social al desarrollo e incorporar aires de modernidad a la vida nacional, como nos empeñamos en hacerlo, los socialdemócratas.

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Nuestros opositores principales, por paradójico que parezca, no están en los partidos significativos, aunque con tal de desestabilizarnos están dispuestos a pactar con quien sea. Son francotiradores disfrazados de teóricos, que buscan desacreditarnos, con ánimo de vernos derrotados, caricaturizándonos como simples exponentes del así llamado bipartidismo.

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A los ciudadanos de buena fe, a los jóvenes que aman a su país, yo les digo que en Costa Rica, hoy, no existe ni puede existir el bipartidismo, porque solo hay un partido digno de ese nombre y es éste, Liberación Nacional. A los jóvenes, sobre todo a los jóvenes, yo les aconsejo no dejarse ir por las voces engañosas que surgen por todas partes. Sí, esas que presentan cualquier acuerdo entre fracciones, como una monstruosidad, ignorando las más elementales reglas de la vida democrática. A esos jóvenes y a los ciudadanos de buena fe, yo les recuerdo que en Costa Rica, ni siquiera juntos, todos los grupos y grupúsculos que gesticulan electoralmente, llegan a ser un partido. Y no llegarán a serlo, mientras no tengan a su haber una trayectoria importante en la definición del futuro de Costa Rica, como la nuestra, llena de errores, pero, en mucho, superados por los aciertos.

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Mientras esas parcelas de la vida política nacional se entretengan diciendo que no, a todo; mientras su programa político se centre en desestabilizar la democracia, en rechazar; mientras se dediquen a lo minúsculo y pasajero, por incapacidad de ver lo grande y permanente; no habrá otro partido que merezca el nombre de tal. Por eso, los hilos de la historia están en manos de Liberación Nacional.
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Ojalá, para bien del país, esos conatos de partido lleguen, un día, a desarrollar convicciones profundas, que vayan más allá de unas cuantas ideas desarticuladas. Entonces, sí podrán tomar en sus manos los hilos de la historia, de la gran historia, y abandonarán la anécdota minúscula; entonces, tal vez, serán un partido con alma, como nosotros.

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Los errores garrafales del actual gobierno, no obedecen tanto a acciones equivocadas, como a la inacción progresiva. Sus efectos han comenzado a sentirse por todas partes. Todo el mundo sabe que sus pecados más graves son de omisión. Y nosotros, a veces, nos sentimos culpables, inexplicablemente, de que el país no avance, quizá porque nuestro sentido de responsabilidad nos hace creer que quizá debimos haber hecho algunas cosas mejor en el pasado. Olvidamos la triste verdad de que en los últimos quince años, Liberación Nacional solo ha gobernado cuatro.

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Ojalá los electores no olviden la lección aprendida. Los actos tienen consecuencias y esas consecuencias se pagan caro. El atraso acumulado por Costa Rica durante estos años de gobierno de la Unidad Social Cristiana, la nociva fragmentación de la vida parlamentaria, tan dañina, son consecuencia del voto equivocado de muchos costarricenses de buena fe. Pronto tendrán la oportunidad de rectificar y, estoy seguro, de que la aprovecharán.
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Liberacionistas:
Después de este gran esfuerzo de reflexión con el que pagamos una deuda pendiente con nuestras tradiciones y con los deberes que le corresponden al único partido político sólido de Costa Rica, tenemos que centrarnos en otras tareas. La más importante de todas, las más significativa consiste en llevar a la Presidencia de la República a Oscar Arias Sánchez. Nada de lo que hemos hecho hasta hoy cobrará sentido pleno si no lo traducimos en votos. En nuestra historia difícilmente hemos tenido un candidato de su dimensión. Pocas veces, el país ha necesitado más de él y, en cierto modo de nosotros, como partido. Nuestros esfuerzos en materia electoral deben redoblarse, ahora. Y no porque Oscar Arias corra el riesgo de no ser elegido. Costa Rica reconoce en él su única esperanza y todo el mundo tiene el sentimiento fundado de que su gobierno será fuente de enormes beneficios. Sus inteligencia, su rectitud, sus capacidades probadas así lo garantizan.
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Pero, requerimos poner todo nuestro empeño para darle una base amplia de apoyo efectivo, que se traduzca en una Asamblea Legislativa con una mayor cohesión, capaz de tomar decisiones y de apoyar plenamente la labor del Ejecutivo. Necesitamos salir del pluripartidismo desarticulante, avasallador del proyecto nacional, y obtener mayorías sólidas en las municipalidades y en la Asamblea Legislativa. Después de la reflexión se requiere, con urgencia, de mucha acción para que Costa Rica recupere el rumbo perdido, para lograr que nuestro futuro sea digno de las grandes conquistas del pasado. Así es. Estoy seguro de que Uds. se encargarán, junto con miles y miles de costarricenses, de convertir en realidad la gran esperanza, la gran esperanza verde, sobre la que se levantan nuestras ilusiones que son las de esta patria.



Ya tenemos un buen guía, ¡abrámosle camino!

Muchas gracias.

Discurso de clausura del V Congreso Nacional, Daniel Oduber,pronunciado por Francisco Antonio Pacheco,Presidente del Partido Liberación Nacional,el 22 de mayo de 2005

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