28 agosto 2007

Eliminación del Matrimonio por Poder

Los diputados Evita Arguedas y Francisco Antonio Pacheco, presentaron a la corriente legislativa un proyecto de ley para reformar el Código de Familia y eliminar la posibilidad de celebrar matrimonios por poder.

Visita a la Provincia de Puntarenas

El Presidente del Partido Liberación Nacional realizó una gira por los cantones de Puntarenas, Montes de Oro, Esparza, Aguirre, Parrita y Garabito, durantes los días 24, 25 y 26 de Agosto.

27 agosto 2007

Gira a la Provincia de Limón

Visita del Presidente del Partido Liberación Nacional a los cantones de Limón, Siquirres, Guácimo y Pococí, 17 y 18 de Agosto, apoyando la campaña del SI AL TLC.


02 mayo 2007

Discurso 1º de Mayo 2007

Señor Presidente de la República, don Óscar Arias Sánchez; señoras y señores diputados; señor presidente ad ínterin de la Corte Suprema de Justicia, don Alfonso Chaves Ramírez; señoras, señores magistrados; señor presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, don Luis Antonio Sobrado González; señoras magistradas; señora primera vicepresidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda; señor segundo vicepresidente, don Kevin Casas Zamora; excelentísimo señor arzobispo de San José, monseñor Hugo Barrantes Ureña; señoras ministras, señores ministros de Estado; excelentísimo señor embajador de la República de Argentina, decano del cuerpo diplomático, don Juan José Arcuri; honorable cuerpo diplomático, señora contralora y señora subcontralora de la República, doña Rocío Aguilar Montoya y doña Marta Eugenia Acosta Zúñiga; señora procuradora general de la República, doña Ana Lorena Brenes Esquivel; señor procurador adjunto, don Farid Beirute Brenes; señora defensora de los habitantes, doña Lisbeth Quesada Tristán, y señor defensor adjunto de los habitantes, don Daniel Soley Gutiérrez; señoras y señores.

Debo comenzar agradeciendo la interpretación del Himno Nacional, que hizo la Escuela de Música Sinfónica de Pérez Zeledón.

Señor Presidente, me corresponde, por decisión de mis colegas, recibirlo por segunda vez en el seno de esta Asamblea Legislativa, que representa al pueblo, al mismo pueblo que lo colocó a usted a la cabeza de la República como orientador principal de su destino.

Las naturales dificultades de este primer año de gobierno, las angustias que ha vivido esta Asamblea, tratando de impulsar ese gran proyecto nacional en curso, al que se ha referido esta tarde, no han podido opacar el éxito logrado por usted, durante este período, en asocio a sus colaboradores.

Debemos agradecer el reconocimiento hecho por usted a esta Asamblea, al observar que, sin el concurso de todos los poderes del Estado, partidos políticos y grupos sociales aquí presentes, cualquier obra de gobierno será apenas una estela en el océano.

Con igual generosidad tenemos que asegurar, como corresponde, que sin su dirección, sin la orientación que ha sabido imprimirle a la marcha del país, nuestros afanes se hubieran perdido en una desordenada marcha, confusa y desequilibrada, como le ocurre a los exploradores extraviados en lo profundo de la selva.

Así es, usted ha logrado fijar el rumbo y ha comenzado a resolver una gran cantidad de problemas concretos, muchos de ellos de carácter social.

En efecto, un año de gobierno es poco. Sin embargo, apenas despegadas las velas, conocemos el rumbo y eso es bastante, porque a pesar de las muchas contribuciones concretas que ya ha aportado su gestión, tan fructífera, nuestra deuda principal, señor Presidente, la deuda de este país, con usted, tiene que ver con las líneas fundamentales que ha marcado, con su decisión inquebrantable de seguirlas.

Pero, sobre todo, con el entusiasmo que ha sabido contagiar a quienes creemos en la grandeza de Costa Rica y en su capacidad de participar constructivamente en un mundo abierto, que no teme al resto del planeta, como usted ha dicho, sino que lo abraza como la gran oportunidad para crecer y ser mejor.

La determinación de un rumbo seguro constituye un aporte invaluable para el desenvolvimiento de la sociedad; provoca, ciertamente, posiciones opuestas, pero nos salva de la desorientación, nos obliga a alterar el ritmo cómodo que brinda la inercia, nos permite movernos con sentido en este trecho de la historia que nos ha tocado vivir.

Nos induce a encarar el futuro, a hacerle frente con decisión, aunque se desaten temores en algunos. Nos compele abandonar el confortable refugio que ofrece el pasado, pero abre esperanzas, por fin, por fin les abre esperanzas, a enormes sectores de este país.

Los conflictos que han surgido y que surgirán inevitablemente, según esperamos dentro de los límites que marcan nuestra historia y nuestras tradiciones, son producto del nuevo ritmo que está tomando nuestra historia.

Al igual que los nubarrones y el rayo anuncian el agua que hace fértil la tierra, las tensiones muestran la recuperación de la fecundidad de nuestro destino.

No se detuvo usted, como lo ha dicho, a contemplar impasible el paso del tiempo, ni ha evadido la toma de decisiones difíciles. Puede sentirse satisfecho, señor Presidente, porque, en efecto, ha puesto a Costa Rica a caminar de nuevo, así es.

Ha mencionado usted algunas de las tareas que nos aguardan aquí, en sede parlamentaria, como la apertura de monopolios estatales, para dinamizar el crecimiento económico, o como la reforma al artículo 41 bis del Reglamento, destinada a añadirle flexibilidad a la aprobación de las leyes, en beneficio de la gobernabilidad del país.

Y escuchándolo, vuelven a mí viejas preocupaciones confirmadas en nuestras labores diarias. Hay entrabamiento en el funcionamiento de esta Asamblea, como usted bien lo sabe, y no simplemente por divergencias, fenómeno usual dentro de la vida de todo Parlamento. Las tensiones de la vida parlamentaria aquí, desembocan, más que en ninguna parte, en parálisis y lentitud.

Es sorprendente la dificultad que encuentran los diputados, incluso constituidos en mayorías de treinta y ocho votos, para lograr la aprobación de un proyecto. Ya ese solo hecho debería convertirse en una voz de alarma poderosa que conmueva al país.

Y muchas cosas se detienen, como si fuéramos a estar aquí toda una vida, como si al país no le urgiera seguir su marcha, como si nuestro tiempo fuera infinito.

Pero el tiempo no es nuestro, se trata del tiempo de un pueblo que espera cambios gracias a la aprobación de nuevas leyes y que sufrirá muchos males, mientras este país no termine de desarrollarse.

Sí, se trata de un pueblo cuyas necesidades no se satisfacen con discusiones académicas, sobre la interpretación de las complejas normas del Reglamento legislativo, sino con cambios que ha esperado, ya por demasiado tiempo.

Como usted lo señala, el pueblo no tolera más decepciones, ni palabras vacías, ni promesas lanzadas al viento.

No se trata de culpabilizar a personas o instituciones que, de una manera o de otra, están envueltas en este asunto, muy particularmente, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, como ya lo advertí hace un año, al asumir la Presidencia del Congreso, las tendencias a la lentitud y al inmovilismo se asientan en problemas de orden estructural.

Pero también en actitudes humanas. La ley y la Constitución han posibilitado el control minucioso y constante de la Sala Cuarta sobre nuestras decisiones. Y este hecho ha tenido consecuencias graves.

El sistema genera inseguridad en los diputados, que deseando hacer las cosas de manera correcta, temen no acertar en sus decisiones; ello provoca más lentitud, como si la lentitud fuera uno de los fines de la vida política nacional; ello introduce una buena cuota de duda y de inacción, como si las dudas paralizantes fueran garantía de eficiencia; ello produce desconcierto, como si la confusión formara parte de las garantías de corrección jurídica y política. Así es, señor Presidente; así es, señoras y señores. El fantasma de la invalidación de las leyes que estamos produciendo recorre esta sala ininterrumpidamente.

Por otra parte, circunstancias políticas, el deseo de hacer prevalecer ciertas tesis, sin duda legítimo; la política tradicional que hace caer a ciertos grupos en la tentación de oponerse sistemáticamente al Gobierno, agravan esta situación, al punto de impedir que se resuelva desde aquí. Esa es la gran paradoja política que vive Costa Rica. El sistema, por culpa del sistema, ha perdido capacidad de autorreformarse.

Pero no es todo culpa del sistema, y el momento exige que no escamoteemos la responsabilidad que nos toca a los diputados por los atrasos en la marcha del país. Porque no podemos refugiarnos detrás de una supuesta buena voluntad incapaz de traducirse en hechos, porque de sobra es sabido, fundamentalmente, somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni lo que sentimos. Sí, señor Presidente, diputadas y diputados, ilustres invitados aquí presentes, somos lo que hacemos y somos lo que dejamos de hacer. Estos dos factores expresan el activo y el pasivo de cada una de nuestras existencias.

Pienso que el justo y encomiable deseo de los señores magistrados, sobre todo de la Sala Constitucional, de no adelantar criterio y la majestad con que ejercen sus altas funciones, no deberían ser óbice para que nos comunicáramos de manera directa y abierta con vistas a mejorar la forma de producir las leyes en Costa Rica. Nadie debería avergonzarse de intercambiar puntos de vista, de tratar de hacer más eficaz nuestra labor conjunta.

Una reunión —una sola— que sostuvimos algunos miembros de la Comisión de Control de Constitucionalidad de la Asamblea con los señores magistrados de la Corte Suprema de Justicia, pareció abrir una corriente de comunicación, ojalá se acentuara para bien de Costa Rica. Hemos abierto un ciclo de foros sobre el tema aquí, en la Asamblea, pero convertir las ideas planteadas en las discusiones en realidades no es tarea fácil.

Esta mañana hubo aquí un debate sobre si algún o algunos diputados habían conversado con usted, señor Presidente, como si no se tratara de algo normal y positivo en la vida de cualquier democracia evolucionada del mundo. Nadie debe avergonzarse de dialogar, de convenir, como acostumbra decir usted, de tener el valor de coincidir.

Debemos felicitarlo, señor Presidente, por su decisión de haber enviado el Decreto de convocatoria al referéndum, convocatoria que fue posible gracias a una interpretación oportuna del Tribunal Supremo de Elecciones. Remitir la decisión al pueblo resulta una solución democrática que evita confrontaciones inútiles y peligrosas, y que fortalece nuestro sistema republicano y democrático.

Como bien señala Emerson, "De la misma manera como el río hace sus propias riberas, toda idea legítima hace sus propios caminos y conductos". Cuando el camino se estrecha cada vez más, cuando se hacía difícilmente transitable, apareció una solución inesperada y democrática. Pero usted dio el impulso para que se abriese el camino y eso debemos agradecérselo sin reticencias.

La Asamblea Legislativa se siente orgullosa de haber contribuido a hacer posible la consulta al pueblo, renunciando a decidir la ratificación del Tratado de libre comercio y ofreciéndole al Tribunal Supremo de Elecciones la posibilidad de convocarla.

El hecho de que ese organismo del Estado, equiparado a uno de sus poderes, haya tomado como base de la consulta el dictamen que emitió la Comisión de Asuntos Internacionales de esta Asamblea, nos hace sentirnos parte del proceso de manera mucho más directa.

Muchos de nosotros vamos a decir, como usted, sí a la Costa Rica de las esperanzas y del optimismo, a la Costa Rica segura de sus fuerzas y de sus capacidades. De ahí se extraerá una victoria del país, una ocasión para medir su gran fuerza acumulada.

Por cierto, esta fecha es propicia para resaltar las potencialidades de este pueblo, que hoy hace ciento cincuenta años venció al invasor esclavista. Esa gesta de 1856 y 1857 revela el arrojo de este pueblo. Hoy, por dicha, en tiempos de paz, obra suya en gran medida, nuestro arrojo ha de mostrarse en nuestra capacidad de abrirnos al mundo y competir con éxito, gracias a nuestro esfuerzo y a nuestras capacidades.

Señor Presidente, reciba nuestro saludo y los mejores votos en esta ocasión. Estamos seguros de que su gestión seguirá la ruta que ha tomado, particularmente su compromiso entrañable con la ética y que nos deparará, a todos los costarricenses, grandes bienes. Estos tiempos serán recordados con alegría, porque usted ha acudido a la cita de la historia y, sin complejos, ayudará a este pueblo a estar a la altura de lo mejor de su historia.

En efecto, el mayor beneficio para el mayor número ha sido y será la estrella que guiará estos días. Estamos seguros de que así será para bien de este pueblo.

Muchas gracias.

23 abril 2007

Referéndum TLC

Conferencia de prensa para la entrega del Decreto Ejecutivo que convoca al Referéndum sobre el TLC.